“He sentido la calidez real de la gente, muy abiertamente cariñosos, y genuinamente respetuosos hacia las otras personas”.
Ireen Mihalffy, zambiana de 47 años, llegó a Chile en 2016 para formar parte del Centro Nacional de Voluntarios del Programa Inglés Abre Puertas (PIAP), del Ministerio de Educación. Trabajó en la comuna de Lo Espejo, en el establecimiento Escuela Básica Acapulco, apoyando a los/as docentes en la enseñanza de inglés como lengua extranjera, motivando y reforzando el nivel del idioma a estudiantes de 5º básico a 4º medio. También participó como voluntaria angloparlante en los campamentos de inglés.
Su estadía en el país fue una experiencia única en un lugar del que poco sabía, pero que fue conociendo y sintiéndose cada vez más cómoda. Dentro de las experiencias que destaca, se encuentra el cariño de las y los estudiantes hacia ella y el interés constante por aprender de su familia y cultura. “Siempre atesoraré el amor que mis estudiantes me demostraron”, relata Ireen.
A continuación, la voluntaria explica los momentos desde que decidió emprender viaje a Chile hasta lo que aprendió durante su estadía.
¿Qué te llamó la atención de Chile?
Bueno, mi llegada a Chile fue de alguna manera, por defecto. No había oído mucho sobre Chile, o en realidad no estaba interesada. Sólo sabía sobre los terremotos, la producción de cobre, y el accidente de la mina. Un buen amigo mío americano, piloto de avión, visitaba Chile regularmente, e intentó persuadirme para que lo considerara como la mejor opción en América Latina. Lo recomendó como un lugar seguro, desarrollado y abierto a otras nacionalidades. Así que, me dispuse a leer todo lo que pude, una y otra vez, hasta que llegué a la página del PIAP a través de un enlace de trabajo.
¿Cuáles fueron las reacciones de tu familia y amigos cuando les dijiste que te vendrías a vivir a Chile?
Mis familiares y amigos fueron los últimos en enterarse de mis intenciones en venir a Chile. Porque no quería escuchar comentarios negativos sobre mis intenciones de viajar tan lejos de mi hogar, a un lugar del que nadie sabe mucho. Hice todo a escondidas por temor a ser juzgada y a que me convencieran de reconsiderar mi decisión. En mi país, Chile está en Sudamérica, un continente que está envuelto por el tráfico de drogas y relacionado con actividades criminales.
¿Cuáles eran tus percepciones sobre Chile antes de venir?
Mis percepciones personales sobre Chile no eran malas, solo que realmente pensaba que conocería a indígenas. No sé por qué razón, pero imaginaba una cultura que principalmente estaba influenciada por la cultura indígena, trajes y creencias. Debo decir que estaba, y aún estoy, gratamente sorprendida. Es un país moderno y diverso. He sentido la calidez real de la gente, muy abiertamente cariñosos, y genuinamente respetuosos hacia las otras personas.
¿Cómo fue tu experiencia viviendo con una familia anfitriona?
Mi familia anfitriona fue y es maravillosa. La generación mayor era más curiosa y mucho menos informada sobre África que sus miembros más jóvenes. Estaban maravillados; yo compartía algo sobre nuestras propias normas culturales que son similares a las suyas, como comer juntos como familia, y demostrar respeto hacia las personas mayores. Las diferencias se podían ver en dinámicas sociales, como por ejemplo, demostrar atracción física o afecto, como besarse, abrazarse, en público. Eso sería considerado como indecente y ofensivo en mi país.
¿Cómo describirías la recepción que has tenido en Chile hasta el momento, como africana?
No he sentido ninguna discriminación, aparte de pura curiosidad y preguntas sobre mi país. En mi caso, por casualidad me encontré con una familia chilena que estuvo en mi pueblo natal, vivieron en Zambia por 8 años. Esta familia contactó a mi familia anfitriona, y les han contado todo sobre mi cultura, por mí. Ha sido impresionante ver cómo ellos quisieron compartir y volver a vivir esos años en que vivieron allá.
¿Cómo fue tu experiencia trabajando en una escuela pública chilena a través del Programa Inglés Abre Puertas?
Mi experiencia ha sido impresionante, memorable y decisiva. Los estudiantes son libres en cierto nivel, de expresar afecto a sus profesores. Existe cierto sentido de pertenencia que va más allá de la sala de clases. ¡En mi país, el profesor es un “semi-dios”! es más rígido y tiene una autoridad absoluta. En Zambia el profesor es, a veces, incluso más respetado que el padre. Por lo tanto, los estudiantes respetan y temen a sus profesores inmensamente con mucho menos contacto innecesario. Esto, sin embargo, no es lo que vi acá. Los estudiantes en Chile, tienen más libertad, y llevan el flujo de la clase. Los estudiantes acá tienen más oportunidades; la infraestructura y amenidad de las escuelas son mucho mejores que las nuestras. La política de alimentación de la escuela es una cualidad tan admirable en los derechos educacionales de un niño, así como también el libre acceso al Programa Inglés Abre Puertas para los voluntarios. A cada niño se le permite la misma oportunidad de sobresalir, mientras que en mi país, la “educación de calidad” va a acompañada de un valor que los ciudadanos simplemente no pueden pagar.
¿Cuál ha sido tu experiencia más significativa en Chile?
¡Los mejores recuerdos que guardaré de Chile serán mis estudiantes! ¡Ellos eran mi todo! Me mostraron tanto amor incondicional y deseo genuino de oír mis historias, compartir su cultura, y mostrarme sus debilidades en la adquisición del idioma pero haciendo todos los esfuerzos para demostrarme que “lo estaban intentando”. Eso logró que el servicio valiera la pena para motivarlos y creer en sus sueños.